Todo el mundo ha experimentado en alguna ocasión la desagradable sensación de no poder parar de pensar en algo. Normalmente ese pensamiento es intrusivo, obsesivo, distorsionado y nos genera malestar. Podemos intentar combatirlo pero de esta manera sólo conseguimos darle más importancia y pensar más en ello. Hemos de aprender a normalizarlos, es decir, no resistirse a ellos pero tampoco aferrarnos insistentemente.
Las personas tendemos a revivir recuerdos del pasado y/o elucubramos posibles situaciones futuras, no pudiendo vivir el presente al 100% de una forma consciente. Tenemos que tener constancia de que son dos momentos en nuestra vida que nunca podremos controlar, el futuro es un misterio y el pasado no se puede cambiar, pero el presente si podemos disfrutarlo. Y depende de cómo manejemos nuestro ahora, el mañana puede resultarnos productivo y fructífero.
Lo primero que hemos de conseguir es identificar los pensamientos que nos obsesionan para así poder reestructurarlos y normalizarlos. Hay varias alternativas que pueden ayudarnos a frenar nuestras rumiaciones, como por ejemplo:
– La relajación puede ayudar a calmarnos y pensar en otra cosa.
– Practicar Mindfulness (Tener conciencia plena del momento presente)
– Distraernos con algo que nos llame la atención para no aferrarnos a ellos.
– Identificar y analizar si esos pensamientos son objetivos para cambiarlos por otros más sanos.
– Aprender a posponerlos y centrarnos en algo que suscite nuestro interés
Tenemos que tener en cuenta que nosotros somos dueños de nuestros propios pensamientos, no permitas que sean ellos los que te controlen.