La mentira ha estado y está siempre presente en nuestras vidas, en nuestro entorno, incluso los animales mienten. Es un aprendizaje que iniciamos desde pequeños mediante la observación. Todos hemos tomado ese camino en algún momento, ya sea por temor a las consecuencias y así proteger o protegernos, por evitar riesgos, por no querer hacer daño o por conseguir algún beneficio. Incluso es frecuente que nos mintamos a nosotros mismos, percibiendo la realidad a nuestra manera o buscando nuestras propias explicaciones ante preguntas o situaciones de las que no tenemos respuesta. No obstante, la mayoría de las personas, buscan ser honestas, no mentir y decir la verdad la mayor parte del tiempo.

Podemos clasificar las mentiras en dos. Las que se hacen para evitar sufrimiento o malestar ajeno, lo que frecuentemente llamamos mentiras piadosas. O las mentiras que realizamos en nuestro propio beneficio pese a que puedan perjudicar a otras personas.

Normalmente mentir es algo negativo, pero en ocasiones muy concretas nos ayuda a evitar grandes riesgos, o nos puede beneficiar a todos. Por ejemplo, una mentira piadosa en un cumpleaños sorpresa; miento al protagonista de la fiesta para que no se espere la celebración.

Generalmente la gente miente por miedo, inseguridad, vergüenza, baja autoestima o problemas de confrontación a la realidad. También se suele mentir para manipular el comportamiento de los otros. Y cuando mentimos, tenemos consecuencias negativas como por ejemplo:

Falta de confianza de los demás:Si nos descubren la mentira, puede generar una desconfianza por parte de la persona a la que hemos mentido, y recuperarla nuevamente es difícil de conseguir. Esto se debe a que las personas tendemos a pensar que lo malo, en este caso la mentira, puede volver a suceder y romper ese pensamiento costará mucho esfuerzo.

Ansiedad:Mentir implica tener que actuar para no desvelar la verdad. Esta situación junto con la idea de que pueden descubrirnos genera ansiedad.

Posible habituación a mentir: Cuanto más mentimos, menos nos cuesta volver a mentir y más nos habituamos a ello.

Aislamiento social:Puede venir por parte del individuo para no ver que peligra su mentira o por parte de la sociedad una vez que han descubierto que ha mentido.

Etiquetaje negativo:Cuando la verdad sale a la luz, la gente puede tender a etiquetar de mentiroso/a a la persona que ha mentido. Estigma social que puede ocasionarle problemas de relación a nivel laboral, sentimental, familiar, etc.

Como conclusión, pese a la universalidad de la mentira, hemos de tener claras sus consecuencias y recordar que la verdad suele acabar descubriéndose, pues como dice el refrán: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”