Desafortunadamente, los celos en numerosas relaciones son inherentes al amor, y como consecuencia, desencadenan muchas discusiones y rupturas. Hablamos de celos irracionales y patológicos que conducen a la persona a un mundo de inseguridades, posesión, control y reproches hacia su pareja. Pero estas emociones pueden trabajarse y controlarse, evitando así el sufrimiento de ambos.

Hay muchas creencias falsas sobre el amor que defienden la celotipia: “Amar significa desear estar todo el tiempo juntos”, “si me quiere de verdad debería demostrarme su amor igual que lo hago yo”, “si no tiene celos es que no me ama”, “mi pareja es mía”, etc. Todas estas afirmaciones se basan en el miedo a perder al otro, que es el origen de los celos. Buscan justificar lo irracional y hacen que la persona que sufre de celos no asuma su problema.

Hemos de tener presente que los celos no demuestran amor, sino temor. En una relación de pareja, cada persona es libre de amar al otro, no ha de demostrar nada ni hay un contrato de pertenencia o exclusividad. Es normal que tu pareja busque tener cierta intimidad y ocupar parte de su tiempo en otras personas y/o proyectos personales, no por ello te está traicionando o queriendo menos.

Es cierto que en ciertas ocasiones los celos “normales” pueden resultar beneficiosos en una relación para no perder a tu pareja a causa de la rutina o los descuidos. Te ayudan a esforzarte para mantener la relación activa. Pero en estos casos, no proyectas en tu pareja tus inseguridades, te basas en datos objetivos, y buscas solucionar el problema de forma constructiva. Los celos no patológicos tienen una argumentación clara y objetiva de los mismos, no dan pie a interpretaciones o creencias subjetivas.

¿Y por qué soy celoso/a? Estas emociones pueden venir por diversas causas, normalmente relacionadas con problemas de autoestima:

Comparaciones:Tiendo a compararme con otros y me minusvaloro. Me lleno de inseguridades, sentimientos de inferioridad y pensamientos irracionales, (“Y si…”), que me nublan la realidad. No me permiten valorar los hechos que día a día me demuestran que mi pareja quiere estar a mi lado.

Experiencias pasadas negativas:Generalizo y pienso que me va a volver a pasar lo mismo, que todos/as son iguales. Este pensamiento hace que busque controlar a mi pareja y me llena de desconfianza.

Dependencia emocional:Vivo por y para el otro y busco que mi pareja haga lo mismo. Pienso que no puedo vivir sin esa persona y genero una vinculación dependiente que aumenta mi miedo a la pérdida.

Pensamientos posesivos: Creencia irracional de que alguien me pertenece y ha de dedicarme toda su atención. Todo ha de hacerlo conmigo y si no es así, he de enterarme de todos sus planes y tener mi previo consentimiento.

Suspicacia:Percepciones irracionales y/o exageradas que amenazan constantemente su relación de pareja. Desconfían de todo y de todos. Personalizan cada situación y tienen pensamientos catastrofistas y/o anticipatorios negativos.

Falsas creencias:Como las que he expuesto anteriormente. Pueden ser fruto de la educación o de una imposición personal para evitar pensar que: “mis celos no son justificados”. Hay que tener en cuenta que los celos patológicos están mal vistos en la sociedad y muchas personan los niegan para reducir su ansiedad.

Estos sentimientos son una realidad del día a día y un sufrimiento constante en las relaciones por ambos lados. Pues no sólo sufre la persona que convive con una pareja celosa. Quién manifiesta esos celos, tiene pensamientos intrusivos que le minan y no le dejan ser feliz, aumentan su ansiedad y viven con una amenaza de ruptura constante. Amenaza que, muchas veces se convierte en realidad por la imposibilidad de la convivencia con una pareja celosa. Para evitar que estos sentimientos afecten a la relación, lo primero que hay que hacer es asumirlos para después poder trabajarlos. No permitas que tus miedos manejen tu vida, para sanar hay que afrontar.