Desgraciadamente aún nuestra profesión se encuentra estigmatizada. Las personas tienen serias dudas sobre la labor del psicólogo y la desinformación genera, en muchos casos, rechazo o temor. Vamos a hablar sobre distintos mitos otorgados a la psicología que en numerosas ocasiones entorpecen nuestro quehacer profesional:

1. “Si vas al psicólogo es que estás loco”.

Afirmación muy común que dista mucho de ser realidad. Los psicólogos tratan problemas graves de la psique humana, eso es una realidad, pero el mayor porcentaje de pacientes que acuden a consulta, llegan con una demanda muy diferente. Se trabajan dificultades que todos podemos llegar a tener en nuestra vida diaria: Miedos, duelos por la muerte de un familiar, problemas de pareja, duelos por una ruptura sentimental, estrés laboral, baja autoestima y un largo etcétera que nada tiene que ver con un trastorno mental severo.

2. “¿Eres psicólogo? Mejor no hablo contigo que me psicoanalizas” O “que me lees la mente”, también me han llegado a decir.

psicólogos y psicólogas somos personas normales, no tenemos un don especial para adivinar lo que piensan o sienten los demás. Además, no todos los psicólogos son psicoanalistas. El psicoanálisis es una rama más de la psicología, pero hay otras elecciones, (humanismo, cognitivismo, conductualismo, sistémica, etc). No todos los terapeutas psicoanalizan y trabajan con diván.

Cuando un psicólogo está fuera de su contexto terapéutico, no busca analizar a nadie en una conversación ni hacer terapia con extraños o amigos. Es una persona como otra cualquiera.

También se da el caso contrario: “¿Eres psicólogo? Mira lo que me pasa, analizame”. Hay que entender que no es por no querer ayudar, sino porque no es el momento adecuado e idóneo para trabajar problemas a nivel terapéutico. Las cosas no funcionan así, podemos escuchar y aconsejar pero no tratar.

Para que una terapia sea efectiva, se ha de dar una buena relación terapéutica y estar dentro de un marco clínico idóneo. De hecho, los psicólogos no podemos tratar a amigos o familiares porque la objetividad no sería real y no habría una alianza terapéutica óptima.

3. “No creo en la psicología, eso son tonterías sin valor científico”.

La psicología no es cuestión de fe, más bien cuestión de ciencia. Es como no creer en la medicina. Los avances psicológicos se prueban y se contrastan. Los test y evaluaciones se estudian y tienen un índice de fiabilidad y validez significativo. No hablamos de una pseudociencia sino de una materia con fundamentos científicos que se encuentra dentro del conjunto de las ciencias de la salud, que legalmente pertenece a la rama de la sanidad.

4. “Los psicólogos y los psiquiatras están todos locos”.

Bueno, es cierto que hay profesionales de la salud mental que pueden ser un tanto excéntricos o raros. Pero no todos son así, hay personas peculiares en todas las profesiones. Es cierto que nosotros dedicamos gran parte de nuestro tiempo a estudiar sobre los diversos problemas psicológicos y patologías mentales, pero hemos de intentar no generalizar, dicho de forma jovial: Tratar con la locura no implica vivir en ella.

5. “Los psicólogos no somos magos”.

Con ello me refiero a que no podemos curar milagrosamente. No tenemos una varita mágica que resuelva los problemas por arte de magia. De hecho, si la persona que acude a terapia no tiene motivación para el cambio ni se presta a participar activamente en la sesión, que acuda a terapia es una pérdida de tiempo. Haciendo una comparativa, nosotros podemos ser como “entrenadores”: hacemos ver las diferentes posibilidades de ganar una carrera, enseñamos estrategias para correr, técnicas para ir más rápido, motivamos para trabajar duro y aconsejamos sobre los contrincantes. Pero no podemos entrenar nosotros, no podemos correr nosotros la carrera. El cambio al final será un logro del paciente y para ello tiene que querer conseguirlo.