Imprimir esta página

Luces, cámara, ¡acción! La realidad de un trastorno no muy conocido.

¿Nunca habéis conocido a nadie que busque constantemente llamar la atención? Que sus conductas sean estridentes, su ropa llamativa o su actitud seductora y provocativa. Si os veis reconocidos o conocéis a alguien que actúe de este modo, puede que estemos delante de una persona con rasgos o un trastorno de la personalidad histriónica.

El histrionismo es un problema que se ha tratado desde el nacimiento de la psicología. Las personas que desarrollan esta alteración no suelen asumir su trastorno por lo que es complicado que busquen ayuda profesional por sí mismas.

Se caracterizan por ser sujetos caprichosos, inmaduros y carentes de empatía. Son altamente emotivos, superficiales y muy cambiantes. No generan tolerancia a la frustración por lo que se irritan fácilmente. Siempre buscan ser el centro de atención, y su comportamiento variará en función de cómo conseguir la aceptación social. Si necesitan manipular, mentir, chantajear o exagerar conductas para conseguir su objetivo, se valdrán de todos los recursos mencionados para lograr su meta. No obstante, pese a parecer socialmente muy activos, no suelen desarrollar relaciones profundas y estables. Tienden a creer que sus relaciones son más íntimas de lo que en realidad son.

Son personas teatrales, victimistas, exageradas y fácilmente sugestionables. Se valen de su atractivo físico, distorsionan su estado de salud, o amenazan con comportamientos autolíticos y diversos chantajes. Todo para conseguir la atención externa.

Muchos sujetos utilizan el ataque como forma relacional, para reforzar su autoestima. Viven en una armonía egosintónica con su problemática, por lo que nunca van a intentar cambiar su comportamiento por sí mismos, ni buscarán ayuda profesional. Todo consejo sobre un posible cambio conductual para una mejoría en su adaptación social o calidad de vida, será seguramente interpretado como un ataque o una incomprensión. Se necesita un profundo trabajo de introspección en un contexto terapéutico. Toda la estructura de sus habilidades sociales, la interrelación con los demás, sus valores de vida y su autoestima han de ser reconducidos para una evolución favorable.