El peligro del alcohol (I)

La adicción al alcohol es una enfermedad bastante común en España. Desde la antigüedad, el alcohol ha sido protagonista de fiestas, celebraciones y ritos religiosos. Actualmente el no beber resulta extraño y, en determinadas ocasiones, puede generar burlas o rechazo, sobre todo en los grupos de adolescentes que se inician en la bebida. La responsabilidad de ello lo tiene en cierta medida la sociedad y las costumbres populares: “brindar con agua trae mala suerte”, “para echar un trago cualquier bota es buena”; incluso en la religión católica, el vino tiene un papel destacado.

Como droga legal y normalizada, no se suele tomar conciencia de la gravedad que implica desarrollar dicha adicción. Las personas que consumen habitualmente, consideran que tienen un control de la ingesta alcohólica y que no presentan ningún tipo de problema, pero no siempre es así.

A lo largo de la historia ha habido numerosas clasificaciones para estructurar, delimitar y estudiar a las personas con adicción al alcohol. E. M. Jellinek diferenció distintas fases evolutivas de la enfermedad y varios tipos de bebedores y/o alcohólicos. Según el consumo, el control del mismo y la dependencia a la bebida, podemos destacar cinco tipos diferenciados:

Bebedor Alfa: Son personas con un consumo de alcohol vinculado a una necesidad totalmente psicológica. Consumen para mitigar los efectos de una enfermedad mental o médica. Pero no son personas alcohólicas dependientes ya que pueden mantener el control de su consumo, no existiendo por tanto un síndrome de abstinencia.

Bebedor Beta: Son bebedores sociales que no mantienen una dependencia como tal y que presentan un control del consumo. Su ingesta es regular y excesiva, lo que  puede dar lugar a un desarrollo de problemas físicos derivados, (gastritis, cirrosis, etc.).

Alcohólico Gamma: Existe una dependencia física y psicológica pudiendo dar lugar a un posible trastorno mental subyacente. Cuando consumen pierden el control desarrollando una gran dependencia hacia la bebida. Dentro de este grupo se encuentran los alcohólicos crónicos. Pese a su adicción, pueden conseguir largos periodos de abstinencia. La progresión de la enfermedad es rápida.

Alcohólico Delta: Son bebedores sociales que no pueden pasar sin ingerir alcohol durante un largo periodo de tiempo. Tienen dependencia física y psicológica pero suelen mantener el control de su consumo, por tanto rara vez se emborrachan. El desarrollo de la enfermedad es lento.

Alcohólico Épsilon (dipsomanía): Son bebedores episódicos. Su consumo es gradual. Pasan períodos de abstinencia o consumo moderado, intercalados con épocas de ingesta masiva. Suelen presentar un descontrol ante el consumo y desarrollan problemas conductuales.

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